martes, 23 de marzo de 2010

algun dia en Yanahuara...

… luego de cumplir con las citas que días antes había programado para hoy… un día cualquiera, que a pesar de todo era lo suficientemente común como para resaltarlo en el recuerdo de otros menos novedosos. Luego de cumplir con la última cita programada, luego de ver alcaldes ancianos y religiosas amables y luego las mismas calles de las últimas semanas, un poco más tarde que de costumbre, pero no tanto como para no estar a tiempo, es que decidí un poco apresurado, conectarme con el mundo que muchas veces suelen ser solo algunas personas, y que a pesar de todo, con tan solo una podría completarse, es que inicie y espere, pero el día había decidido ser el que fue, un rumor de silencios entre bullas cotidianas de todos en camino y nadie por aquí.
Hoy recorte un poco mi barba que comenzaba a crecer en volúmenes atolondrados, recorte mi cabello con la seguridad de haber encontrado a un peluquero que comprendiera mis lesiones de esta afección crónica, y además, ya terminando el día, por la noche, es que termine de leer la novela de Gabo, esa que recibí por mi cumpleaños, que apareció desde Madrid, quizás, en una cobertura del corte ingles dentro de una bolsa mas peruana, sobre mi mesa, mi comedor de fiesta, hace algunos días ya.
Me apresure en llegar a mi habitación, antes que mis horas de sueño necesarias para un buen trabajo de mañana no se estropearan, a penas termino con un "toda la vida" la novela que contenía el libro que recibí de tu generosidad. La verdad es que corrí a comentarlo entusiasmado por plasmar las sensaciones causadas, y que suelen causar los libros que leo y escojo, comentártelas a ti, que quizás seas la de los únicos oídos que, a esta hora ya dormidos, quisiera escuchar, pero no, creo que es demasiado pronto.
Solo espero que no causen alguna vergüenza ajena estas frases entusiastas que sin pensarlo mucho escribo, mientras me alejo del recuerdo del amor en los tiempos del cólera, mientras me arrepiento de estar escribiendo tanta tontería, es así que mejor termino, pero no sin antes recordándote comprensiva a mis ataques de expresión improvisada, esperando además que termines o comiences el día enterada, en este día que se lleva el tiempo, que te extrañe, te extrañe con especial cariño por las razones de siempre, de siempre.
Sandro.

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